Los precios de un billete de avión son variables durante todo el año. Podemos encontrar precios desorbitados de cara a las vacaciones, o billetes que por arte de magia no cuestan más de 30 euros por trayecto. Te hablamos un poco sobre cómo se calcula el precio definitivo de un billete de avión, a continuación.
¿Qué determina el coste de un billete de avión?
Lo primero que tenemos que entender en un billete de avión es que el precio no es un precio único. Lo cierto es que depende de muchos factores. Algunos son fijos, como el coste que imponen las aerolíneas. Otros son variables, como puedan ser el combustible o los impuestos de cada gobierno. Así pues, veamos qué conceptos se incluyen en el precio de un billete de avión:
Importe del servicio de la aerolínea
La aerolínea establece un precio por el servicio. Podríamos decir que es una parte fija. Un precio que se impone entre un recorrido, de un punto a otro punto. No obstante, aunque a priori pueda parecer fijo, luego veremos que la oferta y la demanda tienen mucho que decir en esto.
Además de esta parte fija del servicio, las aerolíneas cargan en cada billete un porcentaje del combustible del avión. Hay que entender que el combustible puede ser un precio elevado por cada trayecto. El precio del queroseno varia, así que las aerolíneas estiman el coste en los vuelos a largo plazo. Además, también habría que sumar los costes por seguridad y primas de seguros. Las aerolíneas suman este importe, de manera proporcional, a cada pasajero.
Extras dentro del vuelo
Hay una serie de extras que podremos pagar, aumentando así el precio del billete. Estos extras van desde la elección de asiento hasta la facturación de un equipaje de mayor dimensión.
La oferta y la demanda
Como comentábamos, la oferta y la demanda es importante. Las compañías perderían dinero si un vuelo no va todo lo lleno posible. De esta forma, un asiento vacío implica pérdida de dinero automática. Para ello, las compañías intentan maximizar la demanda.
Al abrir un vuelo, las tarifas que se piden suelen ser más bajas. De esta forma, las compañías se aseguran una ocupación mínima del vuelo. Una vez se alcance este mínimo, el precio podrá ir aumentando poco a poco, dependiendo de la demanda del vuelo.
En la oferta y demanda también podemos incluir las distintas temporadas. Como es de entender, no será lo mismo volar en Navidad que hacerlo en pleno mes de febrero. Las fechas de vacaciones son, por norma general, más caras. En estos casos conviene siempre adelantarse a las subidas.
Gastos externos a la aerolínea
Hay otros gastos externos a la aerolínea que también repercuten en el coste del billete. Estos gastos están relacionados con el espacio aéreo y los aeropuertos. En el caso de España, AENA es la encargada de cobrar sus servicios aeroportuarios a las empresas, pero también al pasajero. Un porcentaje está ya dentro del billete. El otro, el que se cobra al pasajero, incrementará también el precio del vuelo.
Son lo que conocemos como tasas aeroportuarias, y en ellas se incluirían aspectos como los controles de seguridad, costes de mantenimiento, servicio de limpieza, acercamiento a la terminal o aterrizaje, entre muchos otros.
Otros importes que suelen sumarse
Hay otros importes que también suelen sumarse. Por ejemplo, el IVA en España. Los vuelos al extranjero están exentos, pero los nacionales no. Hay países que cobran una tasa especial por persona al salir o entrar en un territorio. Esto también estaría incluido en el billete. Asimismo, si se paga con tarjeta, quizá también se cobre un porcentaje mayor.
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